Montería, 5 de febrero de 2024. A través del modelo de fitorremediación y bajo el enfoque de Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN), la Universidad de Córdoba en asocio con la Universidad de Sucre y la Universidad Tecnológica del Chocó, recuperan ecosistemas degradados y contaminados por las malas prácticas en la minería aurífera, en territorios de Ayapel, zona del San Jorge cordobés; y en San Marcos y Majagual, zona de la región de la Mojana.

El investigador principal del proyecto es el docente y científico unicordobés, José Luis Marrugo Negrete, quien resalta el componente de economía circular a partir de la transferencia e intercambio de conocimiento con las comunidades locales afectadas, mediante la vinculación de campesinos, juntas cívicas y concejos comunitarios.

“A estos grupos poblacionales se les ha capacitado en la implementación de estas estrategias de restauración y valoración de material vegetal. Son ellos quienes se han encargado de ejecutar las actividades en todas las fases de implementación, logrando así la sostenibilidad del proyecto a largo plazo y ofreciendo las herramientas necesarias para que sean las mismas comunidades quienes, en articulación con entidades universitarias, gobiernos y actores locales y nacionales, recuperen las áreas y ecosistemas que han sido arrebatados”, precisa el profesor Marrugo.

Esta iniciativa es financiada con recursos del Sistema General de Regalías (SGR) y a la fecha se han establecido cuatro pilotos de intervención. El primero, en la vereda Quebradona, Ayapel (Córdoba), en un área históricamente utilizada para la extracción de oro, intervenida con maquinaria y afectada por el mercurio que se utiliza para la amalgamación del metal.

La fitorremediación se desarrolla en esta zona con la utilización de la capacidad que tienen algunas plantas para extraer y/o estabilizar contaminantes en suelo y agua y para lo cual se establecen dos ciclos de siembra de tres especies vegetales que, en estudios realizados anteriormente, demostraron su eficacia en la extracción del mercurio: Stecherus Bifidus, conocido como Helecho; Estrella; P. marginatum, conocida como Santa María y Jatropha curcas, conocida como Piñón o Coquito.

Actualmente el terreno se encuentra en proceso de recuperación, se ha logrado restablecer la cobertura vegetal espontánea y los investigadores continúan con el análisis de información para evaluar la cantidad de Mercurio removido del suelo. Con esta estrategia se busca descontaminar los suelos afectados por la minería y además recuperar su capacidad productiva y los servicios ecosistémicos que estos pueden brindar al entorno local.

El docente e investigador Vicente Vergara, adscrito a la Universidad de Sucre, destaca que “con esta metodología se espera contribuir al desarrollo sostenible, utilizando la materia orgánica generada para obtener fertilizantes amigables con el ambiente y de paso con los recursos que se depuran de las aguas y suelos contaminados, aprovechando este material que anteriormente era considerado como desecho”.

Otros dos pilotos se ubican en San Marcos y Majagual – Sucre, enfocados en el tratamiento y valorización de biomasa vegetal extraída de los caños Viloria y Mojana, donde se ha identificado y documentado contaminación por metales pesados.

Para el proceso se utilizan las plantas acuáticas que crecen naturalmente en estos cuerpos de agua y que se han identificado como especies con potencial para la fitorremediación, como es el caso del Buchón de agua (Eichhornia crassipes), también considerada una especie invasora.

Los científicos explican que el aprovechamiento de las plantas se hace de forma sostenible, de tal forma que no se afecten los ecosistemas naturales. Una vez se extraen las plantas del agua, se procesan con otros insumos locales y se realiza un compostaje, que es monitoreado y evaluado por el grupo de investigación. De igual forma se realiza este procedimiento en el piloto establecido en Unión Panamericana – Chocó, pero con la diferencia que las macrófitas acuáticas son extraídas de dos pozas abandonadas por minería que se convirtieron en pasivos ambientales.
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Mediante el proceso de compostaje se busca estabilizar el Mercurio a formas menos peligrosas para el ambiente y posteriormente podría ser utilizado en el mejoramiento de suelos cultivables, además de ser una estrategia viable para mitigar la sobrepoblación de estas especies vegetales.