La vegetación es la clave para regular la temperatura, pero las acciones del hombre no favorecen a ello, advierte investigador de la Universidad de Córdoba.

Sin desconocer que la ganadería es un importante renglón de la economía y de generación de alimentos, la destrucción de bosques primarios y secundarios para esa práctica de manera extensiva, que altera las regulaciones hídricas y térmicas, es una de las consecuencias de la actual ola de calor, sumado al impacto por fenómenos mundiales como los que se viven en Australia, Canadá, Europa, India, Pakistán, y Japón.

El análisis en este sentido lo comparte Teobaldis Mercado Fernández, docente e investigador científico de la Universidad de Córdoba, doctor y magíster en Hidrociencias, especialista en Manejo de Suelos y Aguas, ingeniero agrónomo, y quien ha liderado líneas de investigación en varios temas, específicamente en el calentamiento global a escala local y oferta hídrica.

“En la vegetación está la clave de la regulación de la temperatura, porque los árboles protegen el suelo, que es un ente dinámico que almacena agua y que al mismo tiempo regula el clima. En nuestro medio cada día se incrementan las acciones que no favorecen la regulación térmica, porque la incidencia de potrerización ha destruido los bosques primarios y secundarios”, explicó Mercado Fernández.

Su apreciación se basa, además, en los resultados de un estudio con análisis estadístico, de variabilidad climática, de vapor de agua en el medio y ocurrencia de lluvias, en 17 mil hectáreas que conforman la cuenca del arroyo Carolina, en Planeta Rica, donde en los últimos 40 años la temperatura media ha aumentado un grado centígrado, dato alarmante frente a los reportes de escalas globales. Otros municipios como Canalete, los Córdobas, Sahagún y Chinú, se acercan a ese mismo diagnóstico.

“El final e inicio de cada año es normalmente seco, eso es una condición normal, pero lo que no es normal es la intensificación de los aumentos de sensación térmica, aumento de temperatura y reservas casi nulas, como actualmente está ocurriendo”, sostuvo el científico.

Entre tanto el docente Jesús Ballesteros, doctor y magíster en Ciencias Biológicas, especialista en Ecología, licenciado en Biología y Química, advierte que, la deforestación de los ecosistemas secos tropicales ha conducido a que en el Caribe se cuente solo con el dos por ciento de la vegetación nativa, convertido todo ese territorio en sistemas de ganadería.

“Las fuentes de agua se han agotado y tenemos que adaptarnos entonces al cambio climático y una de las formas es reforestar, cambiar los sistemas tradicionales de producción ganadera, hacia sistemas silvopastoriles. Tenemos que cambiar de actitud hacia fincas más ecológicas y bajar el uso de agroquímicos que también afecta la biodiversidad”, precisó Ballesteros.

Pero mientras avanza el proceso de adaptabilidad, en términos de salud la docente Mónica Hanna Lavalle, docente de la facultad de Ciencias de la Salud, sugiere la protección contra la deshidratación de personas con mayor vulnerabilidad, como niños, ancianos y con algún grado de obesidad, especialmente con diagnóstico confirmado de hipertensión.

“Es recomendable, cuando las temperaturas estén elevadas, disminuir el ejercicio físico, e imitar el comportamiento animal, porque la naturaleza es sabia y por eso vemos que en los picos de calor se quedan quietos, en la sombra”, explicó Hanna Lavalle.

La docente recomendó la utilización de un buen bloqueador solar, varias veces al día y en capas gruesas para evitar el daño que pueden producir los rayos ultravioletas. También apuntó que todos los atuendos para protección son válidos (sombreros, gorras, mangas, gafas).

Hanna Lavalle es magíster en Administración, especialista en Salud Ocupacional y en Administración de los Servicios de la Salud, egresada del programa de enfermería de esta universidad.