Montería, 27 de mayo de 2025. En sus 61 años de trayectoria, la Universidad de Córdoba ha impactado positivamente la vida de más de cincuenta mil profesionales formados en sus aulas. Entre ellos se destaca una familia oriunda del municipio de Lorica, que convirtió el acceso a la educación superior en una meta compartida.
Jesús Daniel Ballesta Charrasquiel se graduó en abril de 2025 como Licenciado en Informática de la Universidad de Córdoba, recibiendo su diploma de manos del rector Jairo Miguel Torres Oviedo. Su madre, Isa Esther Charrasquiel Pérez, había alcanzado el mismo logro meses antes, en octubre de 2023, al culminar la Licenciatura en Educación Infantil.
Jesús tiene 23 años y desde niño ha enfrentado una condición de parálisis cerebral leve y una deficiencia del cuerpo calloso. Su madre, Isa, ha sido su apoyo incondicional desde los primeros años, llevándolo a terapias físicas, médicas y, más adelante, a cada clase en la universidad. “Siempre me ha tocado llevarlo y traerlo a todas las clases. Al principio me quedaba con él, pero con el tiempo fue ganando independencia”, cuenta con orgullo Isa Esther.
Jesús inició su carrera universitaria en plena pandemia, lo que le permitió cursar los primeros semestres de forma virtual. Luego, cuando fue necesario trasladarse a Montería para continuar los estudios de manera presencial, parte de la familia se movilizó para apoyarlo. “Vivimos primero en Mocarí y luego en el barrio San Francisco. Mi otro hijo nos ayudaba con los traslados. Fue un trabajo en equipo”, relata Isa.
Pero mientras Jesús estudiaba, Isa también luchaba por alcanzar su meta. Inicialmente matriculada en Lorica, pidió el traslado a Montería para poder estar cerca de su hijo. “La Universidad me apoyó y me permitió culminar mis estudios aquí. Me gradué el 18 de octubre de 2023 y aunque sufrí un accidente después, del cual me hecho varias operaciones, hoy me siento orgullosa de todo lo que logramos como familia”, comenta.
Jesús fue admitido a la Universidad de Córdoba como deportista, gracias a su participación en boccia, una disciplina adaptada para personas con parálisis cerebral. “Me gustó mucho la programación y también el inglés. Mis profesores me ayudaron mucho a adaptarme y a seguir adelante”, cuenta Jesús, con una sonrisa que refleja satisfacción.
El padre de Jesús, José Antonio Ballesta Osorio, también ha sido una figura fundamental en esta historia. Acompañó el proceso formativo de su hijo y destaca el valor de la educación como la mejor herencia que puede dejarse. “La vida no es sólo dinero, sino educación. Si uno tiene hijos con alguna dificultad, no debe esconderlos, sino luchar por ellos. Nosotros lo hicimos y hoy vemos el fruto”, afirma.
Además de Jesús e Isa, otro miembro de la familia también forma parte del orgullo Unicórdoba: Óscar Luis, hermano mayor de Jesús, quien también es egresado de la institución. En casa, el pequeño Leonel, de 10 años, completa el cuadro familiar, creciendo entre el ejemplo de superación de sus padres y hermanos.
Por su parte, el profe Jairo Torres, ha expresado en distintos escenarios que cuando los estudiantes se gradúan afrontan un reto que no es fácil, pero sí desafiante y representa una oportunidad para demostrar el impacto de esta universidad y su liderazgo en la transformación social.
“También tenemos la oportunidad de reconocer todas estas capacidades y, con ellas, hemos generado un proceso transformador que, en estos 61 años, nos ha permitido formar cerca de 52 mil jóvenes, quienes hoy representan ante la sociedad y el mundo la grandeza de esta institución en distintas disciplinas científicas”, expresó el profe Jairo.
Esta historia, que se comparte en el marco del mes de las madres, es también un homenaje al amor incondicional, a la fuerza de la familia y al legado que en 61 años ha dejado la alma mater de los cordobeses, porque cuando el compromiso se hereda y los sueños se comparten, las barreras se convierten en peldaños.