Montería, 21 de febrero de 2022. El hombre que vemos en un extremo de los planos televisivos de la Universidad de Córdoba, comunicando con las manos y haciendo su aporte en la política de inclusión, es Francisco Ardila Herrera, uno de los sólo ocho intérpretes de lengua de señas colombiana que hay actualmente en Montería.
Hace 22 años aprendió el alfabeto dactilológico, cuando, en su tierra natal Riohacha, bajo inclementes temperaturas y con insuficiente remuneración trabajaba como maestro de obras.
Tenía 17 años y cuatro de sus compañeros con quienes debía compartir palas, picos, carretas y demás herramientas, eran sordos. Francisco se hacía entender con señas, gestos, indicaciones a dedo y hasta sonrisas. Fue allí donde descubrió la destreza con la que hoy rinde tributo a una población merecedora de respeto e igualdad.
“Al comienzo había dificultad porque les mandaba a hacer una cosa y me entendían otra, no fluía la comunicación y eso me llevó a buscar la forma de aprender la lengua de señas colombiana. Aprendí y me gustó tanto que poco a poco fui dejando la construcción y me he dedicado a trabajar como intérprete, de esto vivo y con este trabajo mantengo a mi esposa y a mi hijo de 8 años”, explica, precisamente al término de uno de los actos públicos de Unicórdoba.
Francisco se actualiza de nuevos términos del idioma que deben ser llevados a la lengua de señas, así como de la cambiante legislación, mediante un permanente contacto con la Federación Nacional de Sordos de Colombia (Fenascol), y con el Instituto Nacional para Sordos (Insor).
Con sus manos y gestos resume a la población con discapacidad sensorial auditiva lo que sucede en la alma mater, en el marco de la Política de Inclusión de Unicórdoba y en cumplimiento a la normativa existente, en especial el decreto 14 21 de 2017 (por medio del cual se reglamenta en el marco de la educación inclusiva la atención educativa a la población con discapacidad).
“Estoy con Unicórdoba desde 2012, han sido muchos los eventos y escenarios donde he prestado mis servicios para beneficio de la población sorda. Eso me enorgullece y cada experiencia me motiva a seguir haciendo este trabajo”, puntualiza el que, con gestos y mímicas, comunica la ciencia, el quehacer administrativo, la cultura y la gestión pública de esta institución.