Montería, 30 de noviembre de 2022. La parcela el Vichal, de doña Marcela Díaz Durango, en el corregimiento Rabolargo, Cereté, florece del frijol Caupicor 50 y Caupicor 55, biofortificado con hierro y zinc por la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad de Córdoba y certificados por las autoridades sanitarias a escala nacional, porque ha sido establecida como centro de investigación, con cuyos ensayos se busca contribuir en la oferta de alimento y la seguridad alimentaria en la región y el país.

En ella se han dispuesto cultivos en épocas de siembra con diferencia de 15 días una de la otra; y se han enfrentado a escenarios como el cultivo con maleza, sin que tenga implicaciones negativas en rendimiento y calidad; el escenario de la nutrición en el que se evalúan diferentes dosis de fósforo, potasio y nitrógeno, sin aplicación de fertilizante; y un tercer escenario que tiene que ver con una prueba de evaluación agronómica, en la que se hace seguimiento a nueve materiales arbustivos que permiten la cosecha mecánica, frente al Caupicor 50 que no la permite.

“Este es un proyecto que apunta al desarrollo tecnológico del sistema de producción del frijol Caupí, que fue un cultivo huérfano desde la reestructuración del sector agropecuario. Estos cultivos de economía campesina quedaron a la deriva y fue la Universidad de Córdoba en el 2007 la entidad que, a través del programa de Ingeniería Agronómica, inició los primeros pasos en el mejoramiento genético de esta especie, con dos estudiantes que creyeron en nosotros”, explicó en campo el docente e investigador científico unicordobés, Hermes Aramendis Tatis, director del proyecto que lleva como título: ‘Desarrollo Tecnológico y Transferencia de Tecnología en Frijol Caupí’.

Agregó el investigador Emérito de Unicórdoba que, en las parcelas demostrativas se está haciendo mejoramiento genético, fisiología, nutrición, fitopatología, cosecha mecánica, y entomología; y todo el paquete tecnológico del manejo agronómico del nuevo cultivar, frente al manejo que comúnmente hacen los agricultores con las variedades tradicionales.

La iniciativa se desarrolla en la parcela de doña Marcela, pero también en otros campos similares así: vereda la Culebra, Cotorra, en Fundación y en el Difícil, Magdalena. El proyecto cuenta con supervisión interna de Unicórdoba, a cargo del ingeniero agrónomo Fabio Gómez; quien destacó el avance del mismo, y se ejecuta con recursos del Sistema General de Regalías, en cooperación con la Universidad del Magdalena, la Federación Nacional de Cerealistas. Leguminosas y Soya (Fenalce), la Fundación Canal del Dique, Compas.

El propósito es mejorar y conocer las condiciones de siembra, para que el cultivo se siga multiplicando en la región Caribe y el país, tal como ha venido sucediendo gracias al esfuerzo institucional y de los investigadores de la Unicórdoba.

Las variedades del Caupicor, de Unicórdoba, ofrecen un grano de buena longitud y se ha comprobado nutricionalmente que tiene hasta 72 miligramos de hierro por kilo, y hasta 50 miligramos por kilo de zinc. El rendimiento supera los 1.750 kilos por hectárea.

Lesly De León Narváez, coordinadora nacional de Fenalce, dijo que el aporte a esta alianza con Unicórdoba y demás intervinientes del proyecto, se materializa en la capacitación a agricultores y técnicos, con quienes, además, se trabaja demostraciones de métodos en campo para socializar investigaciones culminadas.

“Hemos estado prestos a trabajar en el desarrollo de este proyecto, con toma de información, asesoría, supervisión de siembra y cosecha. Es una iniciativa interesante en las zonas donde se está implementando, por eso, sería conveniente en el mediano plazo una clasificadora de semillas, que nos va a garantizar mejores variedades”, precisó la funcionaria de Fenalce.

La dueña de la pequeña finca en Rabolargo, agradece a la Universidad de Córdoba haber escogido su propiedad para ensayar los rendimientos que van a beneficiar a su comunidad, la que describe como la de pequeños agricultores con pocas oportunidades de mejorar las producciones y sobre todo, conseguir mejores semillas enriquecidas con minerales esenciales en la nutrición.

“Las expectativas ahora son diferentes, hemos conocido sobre el rendimiento y los bajos costos de producción, por eso, agradecemos la llegada de la Universidad de Córdoba a nuestra zona”, sostuvo la mujer campesina, anfitriona de la gira tecnológica para conocer los avances de las demostraciones de cosecha.

Domingo Ayala Díaz, nativo de Rabolargo, miembro de la Asociación de Usuarios Campesinos de ese corregimiento, pidió al alma mater, específicamente a los académicos que les están enseñando ciencia en el territorio, que sigan apoyando iniciativas de esa índole para mejorar producciones. Sin embargo, dijo que la comunidad que vive de pequeños cultivos necesita el apoyo de otras instituciones que intervengan en una mejor comercialización de sus productos.